Cuando comenzamos con el aislamiento social, la premisa fue: “cuidarnos en casa”. Y parecía hasta una buena noticia estar unos días en casa compartiendo junto a nuestros hijos. Pero al mismo tiempo llegó otra noticia a través de todos los medios de comunicación, plataformas y redes: “la escuela sigue en casa”.
Hoy nos encontramos con que sobrevino el agotamiento y el cansancio. Al acompañamiento de nuestros hijos se sumaron las tareas del hogar y el home office, a la vez que intentamos hacer todo y cumplir con las expectativas, con el mismo rendimiento que antes.
La realidad es que no podemos trasladar la escuela a nuestra casa, pero podemos acompañar el aprendizaje teniendo en cuenta dos palabras que son innegociables: “flexibilidad” y “coherencia”.
Asimismo, desde una perspectiva pedagógica, la reciente resolución nacional que descarta la evaluación numérica como método de evaluación durante la cuarentena plantea otra incógnita a las que ya venimos acumulando, esto es: ¿acaso la evaluación es necesaria?.
La respuesta es un gran SI, y agregamos, la evaluación también debe ser justa, porque los estudiantes y a las familias tienen el derecho a saber cómo y qué van a evaluar las instituciones educativas.
Sin embargo, los docentes no podemos utilizar una escala evaluativa, poner notas, porque cada estudiante realizó su aprendizaje de una manera diferente, en un contexto diferente, cada uno en sus hogares. No se trata de un año perdido, lo pedagógico se recuperará. Tenemos un gran aprendizaje en cada hogar, que nos incluye a todos.
Debemos ser conscientes que nos encontramos ante una oportunidad para que familia y profesionales de la educación también puedan evaluar la comunicación, el material y la manera en que se recibió, para saber cuánto se pudo avanzar, cómo se puede mejorar la comunicación, cómo se puede mejorar el material y, fundamentalmente, debemos pedirle a los estudiantes, de todos los niveles educativos, su opinión sobre esta manera de aprender y cómo creen que se puede mejorar esta etapa, ya que son parte fundamental del proceso.
Familia e instituciones educativas deben entender que si se quiere cambiar la educación después de esta cuarentena, debemos hacerlo todos juntos. No hay un ellos o nosotros, no es familia o escuela. Necesitamos de todos para avanzar en educación.
Y en esta etapa, la comunicación es muy importante porque nos da la pauta desde dónde partimos, cuánto hemos avanzado y cuánto nos queda por delante.
Estamos ante una gran posibilidad. Como padres podemos vivir la experiencia de compartir con nuestros hijos, conocerlos y aceptarlos como son, y no como imaginamos o queremos que sean.
Y como formadores, acompañar el proceso a partir del intercambio, con la participación de la familia, de los alumnos y las instituciones.
*Licenciada Susana Kunzi, directora de Ayudar a Aprender, institución orientada a transformar la práctica educativa y acompañar procesos de aprendizaje.